Bailarina en forma de calavera, Salvador Dalí
Si no estuviera tan seguro de que no suelen abrir más libro que el de Familia y de que los restantes volúmenes que adornan sus fastuosos hogares, con suerte, serán utilizados cual cuña calzadora de algún clásico y rancio mueble, mientras sus intelectos circulan impúdicamente cojos, pensaría que más de uno ha hecho del siguiente su imprescindible título de cabecera:
El príncipe, por lo tanto, ni puede ni debe cumplir la palabra dada si eso le perjudica y si desaparecieron los motivos de su promesa. Si todos los hombres fueran honestos, este principio no sería válido, pero como son perversos y no mantienen lo que prometen, tampoco uno debe mantenerlo. Ni faltaron nunca al príncipe razones suficientes para justificar su inobservancia. Sobre esto podrían traerse infinidad de ejemplos modernos y mostrar cuántas paces, cuántas promesas han quedado sin efecto y se han vanificado por la infidelidad de los príncipes: y quien mejor supo imitar a la zorra ha obtenido más ganancia. Y ante todo es necesario saber disfrazar bien el propio carácter y ser gran disimulador. Son tan simples los hombres y tan sumisos a la necesidad de cada momento, que quien engaña encuentra siempre alguien que se deja engañar.
El Príncipe, Nicolás Maquiavelo
Si no estuviera tan seguro de que no suelen abrir más libro que el de Familia y de que los restantes volúmenes que adornan sus fastuosos hogares, con suerte, serán utilizados cual cuña calzadora de algún clásico y rancio mueble, mientras sus intelectos circulan impúdicamente cojos, pensaría que más de uno ha hecho del siguiente su imprescindible título de cabecera:
El príncipe, por lo tanto, ni puede ni debe cumplir la palabra dada si eso le perjudica y si desaparecieron los motivos de su promesa. Si todos los hombres fueran honestos, este principio no sería válido, pero como son perversos y no mantienen lo que prometen, tampoco uno debe mantenerlo. Ni faltaron nunca al príncipe razones suficientes para justificar su inobservancia. Sobre esto podrían traerse infinidad de ejemplos modernos y mostrar cuántas paces, cuántas promesas han quedado sin efecto y se han vanificado por la infidelidad de los príncipes: y quien mejor supo imitar a la zorra ha obtenido más ganancia. Y ante todo es necesario saber disfrazar bien el propio carácter y ser gran disimulador. Son tan simples los hombres y tan sumisos a la necesidad de cada momento, que quien engaña encuentra siempre alguien que se deja engañar.
El Príncipe, Nicolás Maquiavelo
La mentira es inherente a nuestra condición humana. Mentimos, nos dejamos mentir y lo que es más difícil de ver y/o aceptar o saber, nos mentimos a nosotros mismos, nos la metemos doblada mientras silbamos una melodía de Gary Moore y miramos para otro lado.
ResponderEliminarEso es mentira.
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