Me permito la licencia de hablar
de Escritos de Lápiz de Labios, con la sola intención de hacer una declaración
formal de mi admiración hacia el autor.
Parafraseando a Felipe Zapico
Alonso "Desconfío del halago y el
elogio", esta frase ha estado presente desde que empecé mi singular
andanza por estos mundos de los versos y sus autores, y no es desconfianza, tan
solo prudencia.
Descubrí a Germán una preciosa
noche en Ciudad Real, en la que se recitó El Litro de Versos, de Felipe Zapico
al que siempre me he declarado adicta, mi prima Carmen me regaló el libro de
Germán, Menos Tú (ella me ha traído todo lo bueno que hay en mi vida de unos
años a esta parte) y ahí caí rendida, pues cuanto leía me elegía, no sabría
escoger ningún poema, porque cada uno de ellos tocaba directamente en el centro
de mis vísceras. Menos Tú, se convirtió
en uno de mis imprescindibles.
Ayer, Germán, me obsequió su
Escritos de Lápiz de Labios, no pude resistir la tentación de al menos
hojearlo, de madrugada que es la única que me otorga cierta lucidez a mi eterna
ignorancia. Y me encontré con una vieja llaga.
En las tardes de pesca los viejos marineros
cosen redes de hímenes con la aguja gastada
de la lengua del pensamiento.
Y me recordé ....
Sabía que si continuaba leyendo
no sería capaz de conciliar el sueño, con mis ojos, pero esta perpetua lucha se
ha convertido en un grato insomnio.
Hay que ser valiente para salir corriendo
de esta vida.
Hay que ser valiente para afrontar la
mañana
sin un poema que llevarse a la boca,
sin una boca a quien llevarle poemas.
El reloj a partir de las doce de
la noche, siempre me ha dado una tregua e incluso me ha regalado sus horas,
hasta llegar el día.
Dispongo de tanto tiempo
que todos mis relojes mueren
atragantados.
Podría extenderme hasta la
madrugada y seguir escribiendo sobre todo cuanto me ha removido leer este Escritos
de Lápiz de Labios, pero no quiero desgranar más, por dos motivos; primero y
principal, porque seréis vosotros, lectores, los que tendréis que descubrir los
versos que os han elegido y segundo, porque terminaríais conociéndome y yo no
quiero ser presentada.
Valgan estas palabras y estos
versos elegidos y escogidos, para
hacerte llegar, mi querido amigo Germán, mi más fiel y sincera enhorabuena. No
quiero terminar sin antes nombrar a Ruth y a Jara, no se pueden tener mejores
musas.
Y ahora te contaré un secreto a
voces, me reconocí en el mismo instante que os conocí (Germán y Zapi).
Teresa Naranjo Pérez, poeta
Teresa Naranjo Pérez, poeta
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